La lengua, sin duda, es el reflejo de lo que somos por dentro y por fuera. Ahí sí, no podemos mentir. Lo que decimos y la manera en que lo decimos expone nuestra cultura, conceptos e ideas. La lengua habla de nuestro origen y del hábito que nos consume, del subterfugio, del contexto y, por supuesto, de la clase social a la que pertenecemos, misma que se deduce en comparación con la media, concepto social de construcción ideológica. Dijimos en la entrega anterior, que doña Silvia Peña-Alfaro defendía aquello de que la lengua es de quien la trabaja, es decir de quien la usa, de quien hace de ella un usufructo y la asume. Don Ernesto Bartolucci, difiere de Silvia y le refuta creando un texto delicioso. Lo transcribo tal cual. “Sí, así es, es de* que estoy motivado por la idea de que lo que es la lengua debe ser de quien la habla, inspirado por la causa de las víctimas de los que siempre andan corrigiendo la forma de hablar y de escribir de los demás, y